Bueno, bueno, bueno… la semana pasada no hubo newsletter.
[Vaya, vaya… Pepe. Parece que olvidaste tu obligación para con los lectores…]
Hay una explicación, de verdad. Y no es la excusa de siempre. No puedo seguir gastando la baza de tener un hijo porque eso no convence a nadie ya. Además, va a parecer que soy padre soltero y nada más lejos de la realidad, también tengo que cuidar de Mariló.
[La próxima newsletter será publicada en piedra. Concretamente en la de mi lápida]
La explicación es muy sencilla; la semana pasada me hice famoso, me secuestraron y todo volvió a la normalidad como si fuera un capítulo de Los Simpson*.
Todo empezó en un Open Mic de Elche donde fui a probar un bloquecillo. Entre el público estaba Arturo Grosbar. Probablemente no hayáis oído hablar de él, porque se deja ver poco en sociedad, pero fue increíble. ¿Qué probabilidad había de que allí estuviera el mayor productor de comedia del mundo?
Grosbar se acercó al acabar el show y me dijo que recogiera mis cosas y le acompañara, que me había reservado hueco en el Comedy Cellar al día siguiente. Así, a bocajarro. Ni “hola” dijo. Porque Grosbar es directo. Grosbar te conoce sin buscar en Google. Grosbar busca un cómico y aparece donde Grosbar esté. Grosbar no busca los talentos, Grosbar genera un campo magnético que atrae el éxito allá donde vaya. Incluso en Elche.
Antes de que se fuera le dije que era imposible. Me sentía alagado, pero tenía el compromiso ineludible de hacer una presentación en una hamburguesería en Alicante y, por encima de la fama, está la integridad profesional.
Grosbar, sin mirar atrás ni detener su majestuosa salida, dijo: “Trust me”.
Lo llamó el Método Grosbar. Consiste en cloroformo y un jet privado. Me dio tiempo a actuar en Alicante y llegar a Nueva York a tiempo. No os molestéis en calcularlo, las matemáticas os dirán que es imposible, pero eso es porque ellas no tienen cabida en el Método Grosbar.
Cuando llegué a la ciudad lo hice como ese chico de provincias** que llega a Madrid por primera vez, pero con sesenta veces menos árboles. En Nueva York han relegado los árboles a un ghetto llamado Central Park [aunque en Madrid ni eso]. Un lugar peligroso dominado por turistas y gente que juega el frisbee.
Al caer la noche interpreté mi show, que hizo las delicias de los neoyorkinos. Algunos críticos lo catalogaron como kafkiano, otros, más old fashioned, como dickensiano*** y los más avantgarde como una auténtica mierda.
De eso iba el espectáculo, de romper con lo rompedor, si el papel estaba hecho trizas de calcinarlo con un lanzallamas. Arturo Grosbar lo sabía, su instinto le dijo que iba a ser un éxito. No se equivocaba.
Al salir del Cellar, una limusina me esperaba para llevarme a The Tonigth Show, con Jimmy Fallon, y por fin pude soltarle a la cara eso que siempre había querido decirle. Que se parece a Josh Radnor.
Fue el Tonight Show con peor audiencia de la historia y el último de Fallon. Se arrepentirá toda su vida de haberme llevado a mí en lugar del que estaba previsto: Cormac McCarthy.
[Pero Pepe, Cormac McCarthy está muerto].
Imaginad lo mal que le sentó al pobre Cormac, que me maldijo mientras reservaba un Ryanair de vuelta al Infierno.
Resumiendo. El fin de la carrera de Jimmy fue orquestado nada más y nada menos que por Arturo Grosbar. Un plan estratégico para que yo presentara mi propio Late.
¡Menudo viernes! Uno de esos en los que sales de tranquis y se te va de las manos.
He de decir que el programa no llego a emitirse. El sábado me llevaron al estudio, pero no llegué. A mitad de camino unos tipos armados hasta los dientes pararon mi vehículo en plena 7th Avenue, me amordazaron y me metieron en un helicóptero. A nadie le importó.
Claro, si es que en Nueva York estas cosas son el pan de cada día.
Mi secuestro, además, ni siquiera era el más grande, apenas iban cuatro mercenarios. En Broadway, unos extraterrestres estaban abduciendo gente, tornados en Brooklyn y en Wall Street tres apocalipsis zombie a la vez… pues la gente pasaba de mí.
Me llevaron a una selva próxima a la ciudad, donde había una fábrica abandonada.
Normal que la abandonaran, por otra parte. Porque ya me diréis que, si el acceso más fácil es a través de helicóptero, muy rentable no sale la distribución del producto. Sea cual sea.
Me tuvieron retenido todo el día, torturándome a base de Tiktoks de Natcher y videos de James Corden cantando en su coche. Supliqué y supliqué que me dejaran salir de ahí, sin entender qué estaba pasando. No pararon hasta que el último móvil se quedó sin batería.
Agotado y con la vista nublada, pude escuchar una risa que se aproximaba:
- Sabía que eras tú… desde el principio- dije con el último hilo de voz que quedaba en mi interior.
- Esto no ha sido nada. ¡Pagarás por lo que me has hecho! -Dijo la voz mientras le daba al play en Spotify a un capitulo de The Wild Proyect.
- ¡No te saldrás con la tuya, Fallon!
En ese momento, una explosión derribó el techo de la fábrica y un escuadrón de SWATS liderados por Arturo Grosbar me rescataron de las garras del infame expresentador.
Toda la mañana del domingo la pasé en cama, agotado y meditando.
Quedé para comer con Grosbar y le comuniqué la decisión más difícil de mi vida. Este mundo no es para mí. Sólo soy un humilde muchacho de una pequeña ciudad, de un pequeño país de Europa, que ansía hacer reír a gente con chistes que, muy probablemente solo entiendo yo.
Un pequeño porcentaje de gente, sí. Pero mi gente.
Le costó aceptarlo, pero lo entendió. Echó un chorro de cloroformo en mi cerveza y desperté en casa al día siguiente, el lunes, como si nada de esto hubiera pasado. Listo para seguir estudiando Modelos demográficos y desigualdades espaciales.
Podéis creerme o no. Puede que os suene a excusa porque Jimmy Fallon sigue de presentador. Pero de lo que podéis estar seguros es que ese malnacido no nos arrebatará… ¡esta newsletter!
DESPEDIDA
Espero que os haya gustado este pequeño desvarío. Después de las vacaciones creo que ha llegado la hora de entrar en una segunda fase de esta, nuestra newsletter.
Voy a probar a escribir más ficción, eso no quiere decir que vaya a dejar de ser un diario y no vaya a contar cosas que me pasen, ni que vaya a dejar de ser graciosa [si es que alguna vez lo fue].
El asunto es que preveo que me van a pasar menos cosas ahora que voy a ponerme realmente en serio con el mundo oposición.
Esto será mi vía de escape, mi ventana al mundo, por eso os pido…
…podéis dejar un comentario sobre lo que queráis. Sobre todo si os ha gustado, pero sobre todo si no os ha gustado porque tendremos más cosas de las que hablar.
Y si os gusta, compartid para llegar a más gente. Eso siempre es bien, como dice ahora la chavalada. ¿O lo decían antes?
¡Nos leemos el jueves que viene!
Sayonara babys.
*Es curioso como todo mi bagaje cultural está basado o se origina en Los Simpson. Se de sobra que no es algo exclusivo, que forma parte de una generación y que, por supuesto, es mi mejor baza para conectar con vosotros, vosotras y vosotres. Ya lo advertí en la primera newsletter.
**Voy a incluir la expresión De provincias en el TOP 3 Ranciedades, justo debajo de llamar “La dolorosa” a la cuenta del bar y de responder a “¿Tienes mi móvil?” con “Bueno, tengo tu número, pero si quieres dámelo que es un Iphone”.
***Por la gran cantidad de chistes de pollas [dicks].