Bienvenidos, bienvenidas y bienvenides a mi chapa semanal.
Te digo dónde están loh tioh. En Murcia, en el The Champions Burger.
Esta semana se han congregado, en un parque junto al rio, unos cuantos food trucks y han hecho un [otro] concurso para ver cuál es la mejor hamburguesa del país.
[Si, otra vez estoy hablando de hamburguesas]
Se ha alzado mucho la voz en defensa de los patos que han muerto por culpa de la mascletà de Madrid y nadie habla del alto índice de colesterol que van a encontrar en los del rio Segura. [Maldito madridcentrísmo]
Esas hamburguesas van a conseguir lo que no ha hecho la contaminación, pero no pasa nada, lo regularemos tirando al agua barriles de Danacol.
No puedo evitar que me guste comer hamburguesas, como no puedo evitar que este invierno no haya hecho frio y en verano vayamos a morir derretidos, así que fui con Mariló.
¡Ya era hora! Murcia necesitaba, por fin, [otro, otro, otro…] espacio para la masculinidad más masculina. Un lugar con hierros, lonas negras, humo de barbacoa, neones y música de gimnasio. No se si iba a comerme una hamburguesa o un puñetazo de Ilia Topuria.
En el centro, a modo de ring, se encontraba la zona de bebidas, donde la cerveza está más barata que el agua. En cada esquina una máquina de boxeo, para que Cenando con Pablo baje la comida y le quepan las diecisiete hamburguesas del concurso. [Más los entrantes] [Y los postres]
Entre máquina de boxeo y máquina de boxeo, UN MAZO de feria. [Repito GIF, pero ahora con sonido, es decir, pongo un vídeo]
Todo está pensado para probar tu fuerza física. Pero también tu fuerza mental. Porque tuve que resistirme de golpear el dueño de la hamburguesería donde pedí.
He de decir que la elegí al azar porque ninguna me entusiasmaba y de esta decisión no tomada saqué una cosa graciosa y una que me enfadó mucho.
La graciosa:
Dueño: ¡Campeón! [Dirigiéndose al zagal que había delante de mí] ¿Cómo quieres la carne?
Zagal: ¡Poco hecha, maestro!
Dueño: ¡¿Y tú, fiera?! [Dirigiéndose a mi]
Yo: Hecha, por favor, que no esté cruda.
Dueño: [Me mira raro, como si hubiera pedido ensalada, y les grita a los cocineros] ¡Una al punto “+” y otra VIVA!
Me quedé tan absorto ante que denominara VIVA a la carne poco hecha que se me olvidó decirle que no la quería al punto, que la quería hecha y me entregó una hamburguesa al punto… que le salió a él de las pelotas. Cruda.
Me esperé un poco porque tenía curiosidad de ver que cómo metían una vaca viva dentro un pan…
Si este chiste os parece de cuñado tendríais que ver al tipo en cuestión [el dueño].
Ahí va la cosa que me cabreó:
El zagal de delante, al parecer, era como un fan de esta hamburguesería. Se hizo hasta un selfie con el dueño mientras le decía que las cajas estaban guapísimas.
Yo no juzgo a nadie por escoger a sus ídolos, no soy quién. Yo soy fan de personas que ni siquiera se proponen tener fans. A veces arengo a gente por la calle sólo por que andan con ritmo mientras escuchan música.
¡ESO ES BAILAR!
Entonces salen corriendo aterrorizados, y así fue como me detuvieron una vez. Pero eso es otra historia.
Hasta que el zagal no lo dijo no me había fijado en las cajas. Era un diseño muy colorido, en una gran ciudad, con el tipo [el dueño] dibujado en medio, con hamburguesas y tartas de queso volando. [Unas tartas de queso que se parecen mucho a la bandera de España, por cierto]. Una fantasía.
El dueño, orgulloso, le dijo al zagal que representaba su sueño. Ese sueño era que sus hamburguesas dieran la vuelta al mundo. Que todo el mundo probara su carne. [Me contuve y me contengo de hacer un chiste con La Sociedad de la Nieve]
Cuando me fijé en la caja, vi que algo no cuadraba. Comprobadlo y me decís:
¡Exacto! ¡Seis dedos!
Tiene un extra de carne para que pueda comer todo el mundo. Ah, sí. Y que el diseño está hecho por IA. El “yo tengo un colega que me lo hace gratis” del mundo virtual.
Cuando me entregó la hamburguesa dijo, con un soplete en la mano, las pupilas dilatadas y muy, muy cerca de mi cara:
- ¡VOTAME, EH! ¡HE VENIDO AQUÍ A GANAR!
Yo le prometí que lo haría, porque soy un cobarde. Pero no lo hice, porque tengo principios. Por eso no me quería comer esa hamburguesa, pero lo hice. Porque tenía hambre. Una hamburguesa que seguro, también estaba hecha con IA.
No hace falta ser adivino para deducir que el tipo había puesto en el ChatGPT: “¡Máquina! Hazme una receta de una hamburguesa para ganar el concurso de hamburguesas de España. Y rápido que no tengo todo el día.”
Tampoco me hace falta usar la IA para saber qué le puso:
- Carne cruda (muchos kilos)
- Pan de fartons
- El queso más caro que encuentres en el mercado (1 kg)
- Fúndelo con un soplete que chorreé bien para que nadie pueda tocar nada en una semana después de comer.
- Crema de guanciale [nombre claramente inventado por la IA]
- Ajo negro [que estaba de moda en 2022, año de la última actualización de la IA]
- Lágrimas de trabajadores.
Para conseguir un mejor sabor gritar: “¡La quiero para ayer!” o “¡Vamos campeón que la plancha no se llena sola!”
Aproveche el soplete.
- Cocaína a lo Tony Montana.
La carne cruda no puede faltar en un espacio varonil, pero la guinda [en este caso la guindilla*] estaba en la votación. Si participas puedes entrar en el sorteo de... UN COCHE.
Pero no cualquier coche, no un Opel Corsa. Un Ford Ranger. [Adjunto foto]
Ideal para acudir a manifestaciones agrícolas, porque sólo es un poco más grande que un tractor. Un coche así no cabe en Murcia, no hay donde aparcarlo. Excepto en el aeropuerto de Corvera, la zona más desértica de Murcia. Y eso que hace once meses que no llueve.
[Llovió hace dos días, pero fue para estropearme la ropa tendida y paró, eso no cuenta]
LAS SECCIONES PERDIDAS
Hoy no he hecho secciones, porque estoy demasiado ocupado engordando y perdiendo pelo, es decir, haciéndome viejo.
Me rehúso a envejecer. No quiero convertirme en ese profesor de historia calvo y panzón al que no respeta nadie. Me da miedo el hecho de no poder parar a la biología, por eso no pienso aprobar las oposiciones, es lo único que está en mi mano.
No quiero tener que vestir camisas de cuadros. No me refiero a las de leñador que llevan los fans del grunge, sino las camisas de padres. Las que tienen base blanca con cuadros pequeños de tonos rojos y azules, pero los más anodinos de la gama cromática.
Se que, a pesar de haberme dejado crecer el pelo en un intento desesperado por vencer a la genética, tarde o temprano mi frente parecerá el aeropuerto de Corvera, así que la que la persona que gane el Ford Ranger podrá aparcar ahí.
En resumen, bajón autoestimático [deja de inventarte palabras, Pepe] y no he tenido demasiado tiempo de ocio.
A quién pretendo engañar. Estoy completando el Lego City Undercover (PS4) como un enfermo, no hago otra cosa. Y no pienso parar hasta que termine. Además, es super gracioso el juego.
[Mientras acaba esta newsletter ya está encendiendo la tele y la Play, sin revisar las faltas de orotjrafia ni las herratas. Publicando…]
P.D: Las secciones volverán, lo prometo. A no ser que no queráis, yo a vuestras órdenes.
Sayonara, babys.
*Había un puesto exclusivo de salsas picantes. Por si querías ser como Homer en el concurso de chili.