Las cosas que ya no haré este verano
Ni al siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente...
[7:30]
Buenos días.
Hoy me he levantado temprano para escribir sin prisas. No contaba con que tener tanto sueño ni que las letras se iban a mover solas por el aire. Estoy tecleando como si fuera Tom Cruise en Minority Report.
[9:30]
Bueno, me he dormido. No había forma de hacer nada. Es más, ha sido tan estúpido madrugar que estas dos horas de prórroga sólo han empeorado mi somnolencia. Se me cierran los ojos y tengo menos tiempo que otras veces.
Preparaos para una nueva entrega de ¡Esta vez es la buena! en todo su esplendor: a trompicones, con interrupciones, frases inconexas y total falta de revisión y corrección.
***
Estamos en la recta final del verano y no se me puede estar haciendo más cuesta arriba, parece que estoy leyendo el calendario en diagonal (con inclinación izquierda).
Había tantas cosas que quería hacer… he hecho muchas otras, sí, pero no me voy a quedar con eso pudiendo lamentarme por lo que no ha pasado. ¿En qué lugar quedaría como pesimista titulado si mirase el lado bueno de la vida?
De todo lo que he hecho no cambiaría nada y estoy satisfecho con ello, y de lo que no he hecho podría descartarlo todo fácilmente, sin remordimientos, excepto tres cosas:
1. PERDER PESO
En junio dejé de hacer dieta y, por ende, dejé de bajar kilos. A pesar de todo no he dejado de entrenar y eso ha hecho que, por suerte, tampoco hayan subido. Pero ha supuesto una patada en los cojones a esa fuerza invisible que me motiva a ir al gimnasio.
Hay personas muy respetables, entre ellos mis amigos, que han interiorizado hacer ejercicio como algo divertido. A veces dicen que ya no pueden pasar sin su dosis de entrenamiento y que eso les da la vida. Para mí, tener que ir al gimnasio para no parecer un Muk es más una maldición.
Si no fuera al gimnasio empezaría a engordar a la velocidad de una bola de nieve y terminaría arrasando los restaurantes de comida rápida de Murcia de aquí a Navidad. Soy un gordo crónico al que le han recetado trescientas flexiones cada ocho horas el resto de su vida. Voy al gimnasio por obligación y a mí, las cosas obligadas me deprimen.
Un diabético no va por ahí diciendo que no puede pasar sin su dosis de insulina y que eso le da la vida.
Bueno sí, pero no lo hacen sonriendo.
Es cierto que mis piernas están tan fuertes que podría jugar al fútbol con una pelota hecha de osmio. Creedme, no merece la pena. La única solución a esto es volver a ponerme a dieta, pero a ver de donde saco yo las ganas para dejar de comer pizzas, porque en el gimnasio no he encontrado todavía mancuernas para la fuerza de voluntad.
2. HACER EL CAMINO DE SANTIAGO
Siendo sincero, esto no lo iba a hacer en verano, pero en base a lo descrito anteriormente, tampoco lo voy a hacer en otoño, ni en invierno y casi seguro que tampoco en primavera.
El octubre pasado me propuse entrenar durante un año para hacer el Camino de Santiago, y para sorpresa de todo el mundo estoy listo. ¡Y dos meses antes! Incluso se me apareció mismísimo Santiago, diciendo que hasta Cristo estaba flipando. Ni él se veía capaz de obrar semejante milagro.
Una gran parte de mi ya no quiere hacerlo. Los menos interesados; los pies. Le siguen la espalda, que sufre de achaques, y el estómago, que echará de menos la comida caliente. Las piernas y los brazos, con su hipertrofia, los intentan convencer diciéndoles: “¡Eso es de fucking pobres, bro!”. Le estoy dejando la decisión final a la cabeza, que se está inclinando hacia el sentido común por una vez en su [mi] vida.
Al igual que el incidente de la casa rural pienso que quiero hacer esto porque es algo que se dice que “hay que hacer, al menos, una vez en la vida”, pero yo ya camino todos los días. No camino por senderos con una flora maravillosa porque es difícil ver ese tipo de paisajes por el sur, pero nada me impide subir a la Cresta del Gallo con el aliciente de poder dormir a salvo en mi cama.
Además, yo quería hacerlo para estar solo conmigo y mis pensamientos, tratar de evitar la tecnología lo máximo posible… como una clínica de desintoxicación gratuita. Pero cada vez que lo pienso me descojono, por lo tan autoayuda que suena eso y las pocas posibilidades de que pueda llevarlo a cabo.
Hay más gente haciendo el Camino de Santiago que en un Mercadona de 19:00 a 20:00. Y no me extrañaría que en los albergues hayan puesto un photocall para subir tus progresos a Instagram.
Me fastidia tener que pasar de esto, pero es que tengo que hacerlo. Una vez más llego tarde a algo y he de reconocer que, por pensarlo demasiado, ya ni merece la pena. Es más, me pregunto: ¿quiero ser uno más? Y así, al menos, le hago un favor a los gallegos y les ahorro, aunque sea, un fodechincho*.
La solución podría ser hacer mi propio Camino, por otro sitio donde no vaya nadie, por ejemplo, Almería. Con restaurantes y cerca de casa, es más, olvida el camino.
3. ESCRIBIR UN RELATO PARA UN CONCURSO
He participado en este concurso dos años seguidos y he ganado la cantidad de cero veces. Lo más probable es que ni me haya acercado siquiera a estar considerado a un puesto superior al penúltimo. No tengo la habilidad ni las herramientas para ganar concursos de nada.
He de decir que el relato está escrito, casi acabado, pero el plazo termina en dos días. Llegué a un impasse y ahí se quedó. Si quisiera presentar algo con un mínimo de decencia [bajo mi propio criterio] necesitaría sentarme estos dos días sin parar y ni aún así llegaría.
No sé por qué sigo presentándome a concursos. No soy un buen escritor, ni tengo ideas originales. La única vez que creí que había conseguido escribir algo con posibilidades resultó ser un texto más sobre un tema ya manido y con las mismas ideas que otros habían desarrollado mejor que yo. Fallo mío por no haber leído lo suficiente.
Para un iletrado narrativo como yo la inseguridad es constante en este tipo de competiciones. Se presenta mucha gente que conoce técnicas, que pasa los días escribiendo y escribiendo, reescribiendo y reescribiendo, y que leen mucho. No me explico como leen tanto. ¿De dónde sacan el tiempo? En definitiva, se dedican a la escritura, con todo lo que ello acarrea.
Yo soy como un opositor que se presenta al examen por libre, sin ir a una academia**. Un autodidacta sin manual.
En otro tiempo, os contaría en la newsletter de la semana que viene que sí, que al final lo presenté. Que hice el esfuerzo titánico de acabarlo, a costa de horas de sueño y peleas conmigo mismo. Pero me temo que esta vez voy a ahorrarle al jurado, al igual que a los gallegos, un fodechincho literario.
RECOMENDACIONES
Voy a ser breve en las recomendaciones que ya vamos tarde. Hoy son un libro y un especial de comedia. El especial es obvio, el libro no tanto, empezaré por este:
LOS ASQUEROSOS (2018) Santiago Lorenzo.

Lo tenía en mis libros pendientes. De hecho, estaba leyendo otro cuando, en el apartamento de La Manga donde pasamos el último finde, encontré Los asquerosos escondido entre libros de marketing y novelas de Pérez-Reverte que no eran Alatriste.
¿Puede caerte bien un libro? ¿Puede ese libro caerte mal, como un grano en el culo, cuando llega a cierto punto? ¿Puede el libro redimirse al final y convertirse en el mejor que has leído en los últimos meses?
Los asquerosos hace todo eso. La historia de Manuel relatada a través de los ojos de su tío anónimo, con un lenguaje tan retorcido como divertido, hace que ames y odies todo lo que relata. Te hace sentir mal con quién eres, pero a la vez, te perdona de una forma tan condescendiente que te dan ganas de lanzar el tomo al fuego. Pero no lo haces; porque no tienes chimenea y porque no puedes dejar de leer.
LOVE YOU (2024) Adam Sandler
Lo vi hace dos días y aún me estoy riendo. No se si es cosa mía, pero me pareció graciosísimo. No gracioso, no hilarante, no inteligente. Graciosísimo.
En contraposición al anterior especial, 100% Fresh, en el que TODO estaba controlado al milímetro, aquí parece que TODO sale mal. Pero para que todo salga mal tiene que estar controlado al milímetro. Aún así, y sabiendo que hay fallos a propósito, quedan muy graciosos, naturales a pesar de artificiales.
Adam Sandler está espectacular en el escenario, nada puede con él. Y yo no podía parar de reír. Lo vi en la cama, por la noche, cuando todos dormían. O al menos lo intenté, porque Mariló me dijo que me fuera a verlo al salón porque no paraba de despertarla a base de carcajada.
Mejor canción: Old Guy Whit a Kid. Bueno, Divorce… no Scary Shit… ¡Vedlo y decidid!
DESPEDIDA SORPRENDENTEMENTE TRANQUILA
He llegado hasta aquí del tirón, sin prisas, me he tomado mi tiempo. Ha sido mi Camino de Santiago narrativo. Ha sido extensa, pero ha quedado guay.
Que paséis una buena última semana de verano, porque no importan los solsticios, todos sabemos que el verano termina el 31 de agosto.
Sayonara babys.
*Turista español que entra a cualquier bar de Galicia pidiendo pulpo y luego dice que el pulpo de Madrid es mejor, que por qué no tienen Mahou y que no entiende la carta porque esta en gallego [imitando mal el acento gallego] https://gl.wikipedia.org/wiki/Fodechincho
**Además, no es una comparación, es justo lo que soy.