¡Aquí estoy, un jueves más! [O lo que queda de mí]
Esta mañana/tarde/noche os saludo inmóvil de cuello para abajo. Las únicas partes de mi cuerpo que no tienen agujetas son los ojos y los dedos que se unirán al resto cuando acabe de escribir esta newsletter.
Soy una gran masa inerte que suena como si a Stephen Hawkins se le hubiera atascado la “I” en su teclado.
Esta ha sido mi primera semana de gimnasio. Una situación en la que, por desgracia, me he visto en más de una ocasión y, por algún motivo [que soy idiota] se sigue repitiendo.
Son tantas veces que, por mucho que me esfuerce, no me acuerdo de todas, porque si lo hubiera hecho hoy no estaría de agujetas hasta el culo. [Literal]
Soy experto en empezar en gimnasios. De hecho, ya no me desmayo el primer día. Las primeras “primeras veces” siempre acababa en el suelo del vestuario. Cosa que hacía que los que estaban allí entraran en pánico. No así los monitores, que hablaban por un pinganillo y decían:
- Necesito ayuda en el vestuario de la planta baja. Tenemos a otro.
Después, dos fornidas personas me lanzaban a una montaña de pseudocadáveres hecha de novatos sobreesforzados, como yo lanzando borradores de esta newsletter a una papelera. Luego recuperábamos nuestro color natural y nos íbamos del gimnasio con las piernas bailando la lambada.
Ya que esta newsletter es un diario voy a desgranar, día a día, como ha sido el proceso de la que, espero, sea mi última “primera vez” en un gimnasio:
DOMINGO
Es de noche y me tumbo en la cama después de cenar una pizza entera [otra]. Me cuesta respirar. Creo que el estómago va a explotar por el fin de semana de excesos alimenticios. Bueno, ¿a quién pretendo engañar? No ha sido el finde, llevo un mes así.
Bueno… dos.
…
¡Vale, años!
No sólo es incómodo, además duele. El dolor oscila entre el infarto y los gases. No creo que pueda dormir. ¿Puede que el cansancio acumulado se deba a esto? Las pesadillas, el calor, la ansiedad…
Que va, tiene que ser otra cosa.
Pero y si…
¡Ya está! ¡Mañana empiezo a ir al gimnasio!
Mientras duermo, la voz insufrible que vive en mi cabeza susurra.
Podrás ir al gimnasio, pero tu problema es la comida. ¿Lo sabes?
Despierto entre sudor y náuseas.
¡Mierda!
LUNES
Voy al único gimnasio de la zona que me queda por probar. Después de un vistazo, concluyo que es el peor en el que he estado, pero también es el que más cerca está de casa.
Como se que no necesito mucho (una cinta para correr, pesas, y poco más) pago la cuota y empiezo. Sin miramientos, me lanzo al vacío. A correr. [Pero recuerda Pepe, no te pases o acabarás en la pila de los novatos]
Mientras corro en la cinta me voy concienciando de que hoy se come sano y una lágrima se funde con mi sudor.
Empiezo a preocuparme, porque estoy siendo consciente de lo adicto que soy a la comida basura. Ya sabía que lo era, pero no hasta estos límites. Me recuerda a mis tiempos de fumador. Un fumador sabe que está enganchado, pero no se da cuenta del nivel hasta que se plantea dejarlo.
A no ser que seas de esos que dicen “yo soy fumador social, sólo fumo cuando estoy con gente”. Es como si yo dijera que no estoy enganchado a las patatas fritas porque sólo como cuando tengo hambre.
Acabo la mañana de gimnasio mejor de lo esperado, no hubo mucho tiempo de sufrimiento porque me fui a los veinte minutos.
MARTES
Son las 6:30 AM.
No, no me he apuntado al curso de Llados. Es un charlatán. Todo el mundo sabe que los burpees se hacen a partir de las 8.
Me despierto a esa hora porque no puedo ir al gimnasio en otro momento. Soy consciente que madrugar me va a hacer más pobre, es más, mientras escribo esto intentando encontrar alguna ventaja de hacer tamaña estupidez y me doy cuenta de que no la hay. Si buscáis un chiste en este párrafo, soy yo.
Pedro me dijo que en esta newsletter no me metiera con los gymbros de mi nuevo gimnasio, porque él, al que están empezando a llamar el Dwayne Johnson de la Vega Media, se sentía interpelado por los humoristas que hacen chistes sobre este tipo de personas.
Aquí dejo el mensaje que me transmitió: NO TODOS SOMOS UNOS PERSONAJES* MAZAOS QUE LANZAN PESAS AL SUELO MIENTRAS GRITAN COMO SI ESTUVIRAN CAGANDO UN ZURULLO DESPUES DE DOS SEMANAS ESTREÑIDOS Y EXUDANDO TESTOSTERONA TAN PRIMITIVA QUE A SU LADO UN NEANDERTAL PARECE UN SEÑOR DECONSTRUIDO.
Como buen humorista que soy [no lo soy] he ido al gimnasio con toda la intención de buscar inspiración y hacer chistes sobre este tema. Pero a las siete de la mañana sólo somos cuatro personas:
El monitor que sigue dormido sobre el mostrador de recepción, el equipo de limpieza (una señora con un plumero y un mocho) y un señor de ochenta años que se ríe de mi cuando, a los cinco minutos, paro la cinta y no puedo respirar.
Una vez más, el chiste soy yo. Puedes estar tranquilo, Pedro.
Esta noche voy a cruzar la última frontera. Voy a cenar de verduras al horno. Siento que me he convertido de manera oficial en adulto. No por haber comido verduras, sino porque me han gustado.
MIÉRCOLES
Me despierto sorprendentemente descansado y llego al gimnasio puntual. Lo que es de aplaudir porque he tenido que llegar arrastrándome durante un kilómetro.
El tren inferior no me funciona, parece que lo ha comprado Renfe. [Juegos de palabras no, Pepe, juegos de palabras no…] O que un Cercanías me ha pasado por encima. Todo queda en las vías.
No sé de dónde estoy sacando la fuerza, pero he completado el entrenamiento. Estoy orgulloso de mí mismo y sonrío satisfecho mientras le cuento mi epopeya al conductor de la ambulancia que me lleva a casa.
Voy al cine con Pedro a ver La Casa [Véase apartado RECOMENDACIONES] y vamos a tomar algo a La Boca te Lía, porque es de las pocas cosas que hay en el Myrtea** aka. El Tiro aka. Escenario para película de zombies.
El síndrome de abstinencia se hace más y más fuerte mientras veo pasar bocadillos suculentos y fuentes gigantes de patatas raqueta. Mientras, mastico cubitos de hielo que han quedado intactos después de beberme el Aquarius de un trago.
Ceno una sopa.
Es una de las noches más tristes de mi vida.
JUEVES (HOY)
He despertado sin dolor. He ido a entrenar y sigo sin dolor. El cuerpo no responde, pero no duele. No sé que llevaría esa sopa, pero ha funcionado.
Mariló acaba de decirme que me he pasado la noche gritando y con pesadillas. Dando vueltas y patadas.
Puede que la sopa fuera un exorcismo.
Ha sido un buen día, y estoy aquí, escribiendo e intentando resistir la tentación de comerme un paquete de Oreo. Si lo estuviera haciendo a mano no sabríais si tengo frío, hay un terremoto u os estoy recetando un paracetamol, voy por el tercer café y el segundo té. De la tarde.
RECOMENDACIONES
LA CASA (2024)
Película basada en el cómic de Paco Roca La casa. Dura 83 minutos. Menos mal. ¡Ya vale de películas de 83 horas!
Me gusto la película, porque al igual que el cómic permanece esa esencia de lo cotidiano. Tiene espíritu pacorroquiano, no está fuera de lugar y no necesita demostrar nada. Solo cuenta cosas.
A pesar de que sabía que era corta, se me hizo más aún. Me pasó igual con el cómic. Pero está bien como está. La historia podría ser infinita si quisiera.
Id a verla.
Perdón por esta recomendación tan vacía. No está a la altura de la película, pero estoy cansado.
Aprovecho este apartado para despedirme. No puedo más.
¡DADME UN KEBAB!
Sayonara babys.
*Ser extravagante que hace cosas raras, generalmente vergonzosas. Ejemplo: El Chucky de Cieza.
**Para quien no sea de Murcia. Un centro comercial gigante que solo tiene un cine, dos o tres restaurantes y una tienda de juegos de mesa. Hay algo turbio con este sitio, su construcción fue totalmente innecesaria en su día, solo por el capricho de poner un Corte Inglés en un sitio donde nadie iba a ir al Corte Inglés y ahora hasta el propio Corte Inglés se ha ido.